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19 de septiembre de 2022

Alondra Carrillo

“De eso se trata este proceso: esas biografías encontrándose y teniendo la posibilidad de sentir esperanza de nuevo (...)”

¿Qué ha significado en concreto para usted llegar desde un movimiento social a la posibilidad de escribir una nueva Constitución? 

Era algo que no me imaginaba posible. Por supuesto que para nosotras, la aspiración y decisión política de desbordar el proceso constituyente estaba arraigada en una profunda confianza en esa potencia del movimiento social para hacerlo, lo que se vio edificado en la realidad, contra todo pronóstico. Pero hay una distancia entre asumir que el movimiento social tiene esa potencia y asumir que personalmente me toca una tarea, un trabajo específico. No solamente un trabajo específico sino también una responsabilidad política e histórica que es sumamente grande. Para poder lidiar con esa enormidad imprevista de la tarea histórica que tenemos por delante, mi posición personal es siempre mantener la brújula instalada en los espacios colectivos que me han hecho llegar acá. Mantener ese vínculo, esa relación permanente, esa tensión que nos hace pensar todo el tiempo, cómo hacerlo para que esta voz, que puede ser una voz personal o individual, sea una voz que se hace cargo de una multitud. De una colectividad. De una colectividad organizada y que tiene una voluntad colectiva. 

¿Cómo ve ese mismo desafío que dice que es suyo, para el resto de los sectores políticos de la Convención Constitucional?  

No está dado para nada que la relación entre quienes ostentan cargos de representación elegidos dentro del sistema electoral actualmente vigente tengan una conexión con espacios vivos, sociales, que constituyan su terreno de mandato, eso no es así hoy en la institucionalidad neoliberal. Que hayamos quienes tenemos esa relación, esa conexión, ese mandato, es una cuestión que ocurre a contrapelo de la inercia política neoliberal. Y de lo que se trata aquí es de sentar las bases para que eso pueda convertirse cada vez más en una realidad que desborde los términos en los que los partidos de los últimos 30 años han administrado la actividad cotidiana del Estado. 

¿Cómo han sido esas conversaciones con los otros sectores políticos? 

Especialmente para las feministas, la conversación ha sido una posibilidad de abrir canales de diálogo y de reflexión política con sectores con los que habíamos estado lejos o no nos habíamos necesariamente encontrado tanto. Compañeras organizadas en partidos políticos, que son feministas, por ejemplo. Ha sido un aprendizaje muy significativo, una apertura que nos ha hecho también explorar entre la diversidad de nuestros lenguajes, la posibilidad de un lenguaje común, la posibilidad de un terreno común, de preocupaciones, de problemas, de asuntos políticos, de desafíos políticos que estamos llamadas en este contexto a debatir juntas y a pensar juntas. Para mí ha sido una cuestión tremendamente desafiante y significativa también. Hemos dado también algunas disputas importantes dentro de la Convención en esta misma clave y ha sido muy esclarecedor también el poder dar esas discusiones con compañeras que vienen de otras trayectorias y no solamente aquellas que vienen de la militancia en partidos políticos, sino también aquellas que vienen de trayectorias que son ajenas a la militancia, que vienen de otras biografías. Eso también requiere explorar otros lenguajes, mucho más cercanos a las vivencias personales, a la construcción de confianzas íntimas, a la posibilidad de poner en común los dolores y esas marcas biográficas que nos hacen reconocernos. Esa ha sido, yo creo, la clave de esas discusiones y diálogos inéditos para nosotras.

¿De qué forma se podría incorporar el feminismo en la nueva Constitución?

El feminismo que nosotras hemos levantado tiene su propio programa. Cuando decidimos levantar la huelga general feminista, decidimos que iba a ser una huelga para hablar de todo, no solamente de aquellos temas que nos dicen que son los temas de las mujeres. De modo que llegamos a este momento con un programa que es bastante transversal. Es transversal en los ámbitos que toca, porque muestra el programa feminista que existe y que se desarrolla al interior de cada ámbito de disputa del movimiento social. Pero también tiene que ver con una batería de derechos sociales desde una perspectiva feminista, tendientes a la transformación de las relaciones de género que sostienen las dinámicas de violencia, subordinación y exclusión, a la superación del neoliberalismo como una aspiración feminista también. Y hoy también es la pregunta por un orden político, por un orden institucional que le pueda poner fin a la política sexual neoliberal, que nos ubica en un rol de subordinación al mandato de la maternidad obligatoria, a la división sexual del trabajo y que pueda abrir camino a una modificación sustancial de la política del Estado y de la democracia. Que ponga en el centro la vida de las mujeres y de las disidencias sexuales y de género. 

¿Qué consecuencias cree que ha tenido la paridad en la dinámica diaria de la Convención Constitucional?

Tenemos una tarea de la que habíamos sido excluidas sistemáticamente y eso muestra uno de los efectos más notables de la paridad, que es mostrar que las mujeres somos personas y que tenemos diferencias; y que por tanto tenemos apuestas y comprensiones distintas de la política, miradas distintas de las cosas y también tenemos la posibilidad de arribar a acuerdos, que son el resultado del debate y la deliberación política que ahora tomamos en primera persona, donde tomamos la palabra. Creo que ese es el efecto más relevante que ha tenido la paridad dentro de este órgano deliberativo y democrático y sin embargo, por supuesto que la paridad no resuelve la inercia histórica patriarcal. Nuestra Convención es paritaria, la primera paritaria del mundo y eso tiene un efecto positivo en términos de el lugar en el que quedamos para enunciar los proyectos políticos que vinimos a defender, pero no altera enteramente las dinámicas del poder, que siguen concentrando cierto monopolio de las decisiones políticas en los varones. Hay una división sexual del trabajo también, una división sexual de la representación, de las dinámicas que se dan en contextos informales, que son sin embargo contextos sumamente relevantes para la toma de decisiones políticas, pero creo que la paridad también permite mostrar aún más la naturaleza de esas complicidades patriarcales. Como una cuestión contra la cual la democracia tiene que ir progresivamente luchando. 

¿Pero ha visto machismo en la Convención, concretamente?

Es que hay machismo en todas partes. Un órgano paritario no está exento de machismo. No está exento de violencia patriarcal, no está exento de dinámicas de exclusión, de dinámicas de complicidad masculina, no está exento de formas patriarcales de la organización de la palabra y del poder. 

¿Qué tan posible cree que es llevar la paridad hacia otros órganos del Estado a partir de la nueva Constitución? 

Creo que lo hemos hecho posible y lo vamos a seguir haciendo posible desde el feminismo. Si hoy la Convención es paritaria, eso es gracias al feminismo, gracias al feminismo se han instalado concepciones y conceptos del quehacer democrático que obligan a las instituciones a reconocer la opresión de género como una cuestión estructurante del orden social. Y la necesidad de que la institucionalidad que estamos construyendo, democráticamente, pueda proponerse el compromiso histórico de revertir esa exclusión histórica. Yo creo que no solamente es posible, sino que será indispensable que de una Convención paritaria, que pueda ser un momento del despliegue de la tarea de desmontar la institucionalidad neoliberal, emerja una institucionalidad sustentada en una democracia paritaria. Es la tarea histórica. 

¿Ha tenido alguna dificultad como constituyente en estos meses?

Creo que debo ser una de las convencionales constituyentes más afortunadas, en el sentido de que soy de Santiago, por lo tanto no he tenido la dificultad que suponen los largos desplazamientos y agotadores desplazamientos a la capital, no soy madre, no cuido, directamente. He tenido por supuesto algunas dificultades personales, mi madre tiene cáncer y producto de la dinámica de trabajo de la Convención he tenido que verla muy poquito. Ya no puedo cuidarla, como lo hacía antes, pero sin embargo creo que esas dificultades han sido contrapesadas por el hecho de tener un equipo muy robusto y tener un soporte político y emocional muy significativo. Muy relevante. Mis compañeras y compañeros de las asambleas territoriales del distrito, de las organizaciones del distrito y de la Coordinadora Feminista 8M tienen una noción compleja de la política, de lo que significa la dificultad política, de modo que no solo se atienden mis necesidades, por así decirlo, más formales, sino que lo que supone en términos complejos el despliegue político. Eso ha permitido que incluso cuando se han presentado algunas dificultades, las he podido enfrentar, porque tengo un sostén colectivo que es fuerte y es feminista.

A pesar de las dificultades que puede tener y pueden tener sus compañeras, ¿cuáles cree que son los aportes que están haciendo las mujeres de la Convención al mundo democrático?

Las compañeras que han decidido estar acá, cuyos trabajos sostienen la vida de sus familias o de sus comunidades, han permitido operar un quiebre conceptual, que asume que la política tienen que hacerla ciertas personas con un perfil muy específico:  personas con un perfil donde tienen tiempo para poder reunirse a las 3 AM un día de semana, donde hay una disponibilidad total, plena, que solamente es posible porque hay otras que sostienen la vida. ´Por supuesto que esto no cambia de un día para otro, la Convención tiene una tendencia a seguir funcionando de esa manera, pero la presencia de esas compañeras, su presencia política y la palabra que han puesto una y otra vez para visibilizar esos condicionamientos de la actividad política, los condicionamientos que hacen posible la actividad democrática, creo que han sido uno de los cambios conceptuales más relevantes respecto de quiénes hacen política y en qué condiciones. 

¿Qué es lo que más le inspira del proceso de la Convención Constitucional?

Creo que lo que más me inspira o me emociona del proceso son todas esas trayectorias biográficas que se están poniendo en juego hoy en esta aspiración popular que hizo posible la existencia de la Convención siquiera. Es poder encontrarnos con esas trayectorias biográficas, que son múltiples, que han sido invisibles durante tanto tiempo y han estado ahí, alimentando un fuego que ha cocinado muy lentamente este deseo, el deseo que hoy día está desplegándose y poniéndose en juego. Creo que eso ha sido lo más emocionante, escuchar en nuestro territorio a compañeros, compañeras, compañeres, que llevan, no sé, décadas de lucha silenciosa, décadas de dolor también, de rabia, de desamparo, desesperanza, y que hoy día, por lo menos para mí, han sido encuentros imborrables. De eso se trata este proceso. De todas esas biografías encontrándose y teniendo la posibilidad de sentir esperanza de nuevo, que es algo que mucha gente no se había permitido sentir.

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