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2 de septiembre de 2022

Vanessa Hoppe

“Aprendí que en estos contextos de crisis y estrés, una tiene que ser muy cuidadosa con las personas, la forma en como dice las cosas, y que aún cuando estés sobrepasada, el mundo no tiene por qué entender que estás así.”

¿Este proceso constituyente cumplió con sus expectativas?

Sí, bueno, la verdad es que el proceso constituyente en general podría decir que sí cumple con los objetivos políticos que mi candidatura planteó al momento. Sin embargo, la verdad es que ningún sector político creo yo que cumplió a cabalidad la totalidad de las que eran sus pretensiones, porque el quórum de dos tercios, por ser un quórum alto, implicaba sentarse a conversar. 

Es decir, llegar con propuestas, y luego tener un margen de maniobra, de saber que íbamos a tener que ir bajando algunas cosas para alcanzar acuerdos, y conocer las propuestas del resto hasta llegar a un acuerdo finalmente. En general, siento que la agenda ambiental se cumplió, y en el caso de agenda feminista creo que fue un poco más que incluso de lo que nosotras esperábamos.

Desde el punto personal, ¿logró cumplir los objetivos que tenía?

Yo fui candidata porque era parte de un movimiento social que constantemente daba cabezazos contra el Tribunal Constitucional, que decía que todo lo que queríamos era inconstitucional. Entonces en un minuto los movimientos sociales se plantearon que era necesario cambiar la Constitución y era necesario llevar alguna candidata del territorio que representara tanto al feminismo, a la ecología… 

Honestamente yo no iba con mayores expectativas. Cuando ya resulté electa recién ahí me proyecté en la idea de lo que podría significar para mi vida personal. Me daba un poco de susto, porque era ir a Santiago, que no es una ciudad que me guste. Y bueno, dentro de mis objetivos personales creo que lo más interesante era ser parte de un proceso que es histórico. Y por otro lado también poder aportar desde la realidad del territorio, ¿porque quién mejor que nosotros que vivimos acá? Yo llevo doce años viviendo en Cañete. Lo otro también era darle voz a aquellas problemáticas que nunca han sido mencionadas, como es la violencia de género.

¿Tuvo alguna dificultad como constituyente?

La primera dificultad es que yo vivo con mi abuela, que tiene 101 años, y encontrar una persona que me ayudara a cuidarla fue difícil, pero aún más para los fines de semana. Los fines de semana igual eran importantes, porque además del trabajo que nosotros hacíamos en la Convención en la semana, no teníamos fines de semana, no existían. O eran para reuniones, o eran para actividades en los territorios, incluso hubo asambleas, se hicieron sesiones de la Convención el fin de semana. Y yo ahí sufría, porque no tengo a nadie, todavía no encuentro a nadie que quiera trabajar el fin de semana

Por otro lado, la violencia también. Yo recibí amenazas, hice las denuncias, y la verdad es que no me querellé por el trajín del momento, no le di prioridad, y bueno, ahí quedó la denuncia. Hasta el día de hoy no tengo idea qué ha pasado con la denuncia. Está identificado quién era, que profirió amenazas de muerte contra mí en un live de Instagram en vivo. Tenía de testigos a mis compañeros que estaban ahí mismo. Dijo que iba a matar a nuestras mamás y unas cuestiones aberrantes. El tema es el nivel de violencia que ciertas personas le han puesto a este proceso. Los mismos que hoy hablan de amor en la franja, increíblemente han sido súper violentos para denostar el trabajo de la Convención y denostarnos como mujeres. Entre todos los calificativos que él decía, me dijo que yo era meretriz de la ONU. Eso es lo que más recuerdo, de que era prostituta de la ONU. 

Por otro lado, las presiones que igual sufrimos. Por ejemplo, la Corte Suprema realizó un pleno, levantó un acta y envió copia de esa acta a todos los tribunales de Chile. Y uno es abogado, uno trabaja en los tribunales, entonces son como tus jefes, ¿me entiendes? Intentaron presionar y creéme que igual lo lograron con el resto de los constituyentes, porque eso también hizo que varias propuestas tuvieran que aminorarse en cuanto a sus pretensiones y reducirse en cuanto a lo que querían lograr.

¿En lo personal, cómo lo llevó?

La imposibilidad de estar en contacto con la familia… las relaciones de pareja pasan a segundo plano, y todo se vuelca a lo profesional, los derechos laborales eran imposibles que se respetaran. Todos sabíamos que estábamos un sacrificio por la causa, pero eso no ha sido reconocido, nadie lo reconoce, y tampoco nosotros lo andamos diciendo porque voluntariamente digamos cedimos ante el momento histórico que estábamos viviendo. 

Eso significó no tener horarios, dormir mal. Yo misma me veo en el espejo y veo más arrugas, lo que puede parecer superficial, pero es verdad. Esto implicó mucho desgaste físico y emocional para todos quienes trabajamos allí. Para los movimientos sociales fue de mucho sacrificio, de mucha entrega.

Pese a todo esto, ¿le gustaría en el futuro participar de nuevo en una instancia así, de política institucional?

Yo creo que sí, porque lo vemos como una necesidad. El hecho de haber estado allí, haber sido coordinadora de una comisión, haber tenido cierta visibilidad, aun cuando yo no soy una persona que le guste mucho figurar, aquí la gente de Cañete me decía «oh la vimos en la tele». Y eso en un pueblo que ha sido tan invisibilizado. La gente se siente anónima, y cuando ven a alguien de acá que figura de alguna manera, les hace sentir a ellos que salen de ese anonimato. 

Ese capital político podría aprovecharse en pro también del movimiento social y sus demandas, porque la Constitución no ha definido todo, son los principios que queremos para un nuevo Chile, sin embargo ahora habrá que pelear para que las leyes se hagan y luego también para que las instituciones que nos interesan se implementen, como la Defensoría de la Naturaleza, y eso implica que la lucha continúa.

¿Cree que la paridad de género como funcionó fue suficiente para que todas las mujeres pudieran participar y tener igual incidencia que los hombres?

Sí, obvio que sí. De hecho la paridad nos jugó en contra en la interpretación que hizo el Servicio Electoral. El Servicio Electoral hizo una interpretación de la paridad como techo y eso significó que muchas candidatas que por votos quedaban dentro tuvieran que dar un paso al costado para ceder su cupo a un hombre. Eso nos marcó e hizo que definiéramos muy bien la norma de democracia paritaria para la conformación de los órganos colegiados del Estado y por eso la norma dice claramente que al menos el 50% de todos los cargos en órganos del Estado deben ser ocupados por mujeres. Si no hubiese habido paridad, tampoco se habrían motivado muchas mujeres a participar.

¿Pero cree que haría falta algo más para garantizar que las mujeres puedan incidir de igual forma que los hombres? Lo pregunto pensando en los cuidados, se hablaba de que había sesiones que se extendían hasta las 2 o 3 de la mañana y algunas decían que se tenían que ir…

Hoy, en todos los espacios comunitarios asamblearios y de organización social ya se entendió, o al menos en los que yo participo, que cuando haces una reunión siempre tienes que tener un espacio de cuidados de niños y niñas. Nos turnamos para estar en ese espacio y que los niños estén cuidados. Les traemos materiales y los tenemos en una sala jugando. 

El cuidado hasta ahí lo hemos resuelto, pero en mi caso no se soluciona con poner una guardería, porque mi abuela es una adulta mayor y requiere una atención mayor para que yo pueda estar ahí, que es una persona que me reemplace. Pero en este paradigma que instalamos en esta propuesta constitucional se entiende que los cuidados aportan a las cuentas nacionales, que son fundamentales para el desarrollo de la economía y que significan hoy el sostén de todo el sistema económico.

No estamos hablando de algo menos importante y creo que la propuesta logra al menos darle un lugar de importancia a esos trabajos. Ahora, resolverlo significa hacerse cargo en efecto.

¿Cree que sin paridad de género la propuesta de Constitución hubiese resultado diferente?

Pienso que por la época en la que vivimos, las mujeres ya entendimos, al menos las feministas, que sí tenemos que disputar los espacios de ejercicio del poder, pero los sectores más conservadores creo que se vieron obligados a poner mujeres en esos cargos. Creo que no lo habrían hecho de ninguna manera si no existiera la obligación.

Creo que eso cambiaría todo el escenario, menos mujeres participando claramente cambiaría el resultado de lo que tenemos hoy. Basta ver cómo se ha legislado en el Congreso, donde la mayoría siempre son hombres, y ver el resultado que tenemos hoy con relación a la agenda feminista y al cuidado de la naturaleza. Sí habría variado en esas materias fundamentalmente.

¿Vio machismo dentro de la Convención?

Sí, es cosa de escuchar a Teresa Marinovic, o escuchar los discursos que, por tratar de negar que el feminismo es necesario en esta sociedad, acuden a argumentos que son de la edad media, como tratar de decir «a mí me gusta que mi marido me mande, que me dé órdenes». Tú lo escuchas y es como el humor de lo absurdo.

El machismo se ve representado también en las formas de relacionarse y eso sigue ocurriendo en los partidos políticos y en las formas tradicionales de organización. Las compañeras de partidos políticos en general no son las que se caracterizaron más por hablar. Vi compañeras muy brillantes que podrían haber brillado mucho y no las vi hablar tanto en los plenos. Podría mencionar a varias a quienes les tengo mucho cariño, e incluso se llaman feministas, pero no estaban preocupadas de portar una voz propia. Descansaron harto en compañeros, siento yo.

El machismo es parte de la educación. Estamos en una sociedad que lo es, estamos intentando transformar esas formas y significa que la toma de decisión se haga de otra manera. Salir de las fórmulas patriarcales, de la competitividad, salir de la agresión entre nosotras mismas. Todo eso llevará tiempo. Por eso creo que esta nueva Carta es una semilla que esperamos que florezca en el tiempo.

¿Cómo fue como independiente y mujer estar en la Comisión de Justicia, con mayoría de hombres y varias personas de partidos?

Sí. Imagínate: Mauricio Daza, Hugo Gutiérrez, Daniel Stingo, con ellos éramos cercanos y nosotros llegábamos con nuestras propuestas a conversarlas sabiendo que teníamos posturas similares. Sus personalidades desbordantes en ningún momento son ni cuestionadas ni ellos mismos se regulan.

Con Natividad, Manuela y generalmente con quienes nos juntábamos en el grupo más pequeño antes de llevar las propuestas a otros sectores, siempre conversábamos, entre que nos reíamos y decíamos “ya, paren un rato”, porque los hombres son muy competitivos, no se moderan en el uso del tiempo. 

Cuando hay que hablar de género, decían «no, aquí las chiquillas tienen que hablar», cuando hay que hablar de pueblos originarios, «no, aquí Natividad tiene que hablar porque es mapuche», pero en el resto no se moderan y en ningún caso ceden su turno o su espacio o no se dan cuenta de que ellos tendrían que moderarse para que también haya un espacio para las voces femeninas.

¿Qué pudo aprender de esta experiencia?

No soy la misma que entró a la Convención. Aprendí a que sí puedo trabajar bajo presión, sí puedo responder en un contexto desfavorable, estresante, cuando el núcleo con el que trabajas es amoroso y tienes un equipo o estás rodeada de personas con las que sí puedes dar discusiones que contienen valores por los cuales tú estás dispuesta a hacer sacrificios. Cuando hay una causa poderosa por la que sientes que tienes que darlo todo, lo das todo y sentí que llegué un poco a mi límite en el sentido de que fue un proceso que sacaba hasta mi última gota de aguante.

Aprendí también a hablar en dos minutos, armar discursos que duren dos minutos. Y muchas veces me equivoqué y lo hice mal de acuerdo a mi propio estándar. Aprendí también a comunicar de manera más asertiva, con menos cantidad de palabras y tratando de llegar al fondo del asunto de una manera más sencilla.

También aprendí que en estos contextos de crisis y estrés, una tiene que ser muy cuidadosa con las personas, la forma en como dice las cosas, y que aún cuando estés sobrepasada, el mundo no tiene por qué entender que estás sobrepasada y hay otra persona sobrepasada a la que si no te diriges de manera respetuosa, se quiebran las relaciones y eso puede afectar una negociación política, un trabajo importante para un país. Que lo personal no se puede descuidar.

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